- La fauna silvestre en zonas tropicales está sufriendo un mayor declive y, según el análisis de WWF, la agricultura y la tala ilegal son algunas de las principales causas.
- Expertos solicitan impulsar un enfoque basado en el derecho a un medio ambiente saludable, que incluya las voces de las comunidades indígenas
Aunque Latinoamérica y el Caribe son una de las regiones más biodiversas del planeta, un estudio de WWF ha registrado una disminución de hasta el 94 %, entre 1970 y 2018, en las poblaciones silvestres monitoreadas.
Este resultado se encuentra en la publicación del Informe Planeta Vivo 2022, investigación que se publica cada dos años y monitorea casi 32 mil poblaciones de 5230 especies del planeta y ofrece la imagen más nítida sobre su evolución, los cambios en los ecosistemas y su estado de salud.
«En el marco de la próxima conferencia de biodiversidad COP15 de la ONU, es prioritario impulsar un plan global que, como el Acuerdo de París, tenga como meta revertir las pérdidas y mejorar la salud de las poblaciones silvestres y los ecosistemas”, destacó Luis Germán Naranjo, director de Conservación de WWF Colombia.
El estudio subraya que en América Latina la fauna silvestre que vive en zonas tropicales está sufriendo un mayor declive. La deforestación en zonas tropicales genera emisiones de carbono y conduce a climas locales más cálidos y secos, incrementando la cantidad de sequías y de incendios.
En este sentido, «la contribución de los bosques a la seguridad alimentaria y nutrición exige una mayor atención en políticas forestales, pues su deterioro se traducirá en una reducción de la productividad agrícola», advierten.
Amazonía y pueblos indígenas
Por otro lado, la Amazonía, lugar donde se almacena entre 150 y 200 mil millones de toneladas de carbono, se encuentra degradada en un 17 %. Según advierten los especialistas, el 26 % de la Amazonía presenta un estado de perturbación avanzada, lo cual supone la degradación de los bosques, incendios recurrentes y deforestación.
El informe de WWF menciona tambien la necesidad de visibilizar el liderazgo de pueblos originarios y comunidades locales, al ser sus enfoques de conservación parte de sus prácticas culturales.
«La pesca para el consumo de nuestras familias es más difícil, cada vez debemos ir más lejos. Las especies de árboles también han ido desapareciendo. Ser dueños de nuestro territorio nos permite seguir con nuestras actividades y ser protectores de los bosques. Deseamos que sigan surgiendo actividades productivas amigables con el ambiente para poder conservar y aprovechar las bondades de la naturaleza”, dijo Flor Delicia Ramos, presidenta de la Asociación de Mujeres en la comunidad indígena Santo Corazón, ubicada en el área Natural de Manejo Integrado San Matías, una de las áreas protegidas más grandes de Bolivia.
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