[Opinión] Salvaguardando el conocimiento ancestral de los pueblos indígenas del Perú
miércoles 11 de diciembre, 2024
- «Las expresiones artísticas, como los tejidos, diseños iconográficos, cerámicas, danzas, rituales y pinturas, llevan consigo significados que superan lo estético y económico, que van más allá de las palabras y el entendimiento, ya que reflejan historias, conocimientos, mitologías y conexiones espirituales con la naturaleza».
Escribe: Eddy Peña / Especialista en Conservación y Pueblos Indígenas de la SPDA
La diversidad cultural constituye una de las mayores riquezas de la humanidad y los pueblos indígenas son actores claves de este vasto panorama. En el caso del Perú, hogar de una rica herencia cultural forjada por 55 pueblos indígenas, el conocimiento ancestral y las expresiones culturales no son solo un legado vivo que genera la cultura peruana, nuestra cultura, sino también una fuente invaluable de identidad y sabiduría. Dicho acervo incluye desde prácticas agrícolas sostenibles, domesticación de plantas de impacto alimenticio global, medicinas tradicionales, cosmovisiones, expresiones artísticas, iconográficas y conocimientos sobre el aprovechamiento racional de la biodiversidad. Sin embargo, este conocimiento enfrenta desafíos significativos hoy en día en un mundo globalizado y ante todo mercantilista, que requiere protección más urgentemente que nunca.
El conocimiento colectivo indígena no es solo una acumulación de técnicas o creencias; es una manifestación dinámica de siglos de interacción con el entorno. Las comunidades andinas, por ejemplo, desarrollaron las terrazas de cultivo, zanjas de infiltración, barreras vivas, asociación y rotación de cultivos y calendarios agrícolas entre muchas otras más, diseñadas para optimizar el uso de agua y de la tierra en paisajes montañosos. En la Amazonía, los conocimientos de la biodiversidad se traducen en un profundo entendimiento de las propiedades medicinales de las plantas para curar males físicos como espirituales, muchas de las cuales están siendo usadas como base por la investigación de la medicina convencional. Por ello este patrimonio intelectual y cultural siempre estará en el punto de mira de la explotación con fines económicos que no siempre convergen con el interés de los pueblos propietarios de este patrimonio.
En el Perú, esta preocupación es, o debería ser, especialmente relevante dada la riqueza cultural y la megadiversidad del país. Las lenguas originarias, como el quechua, aimara y las lenguas amazónicas, son hilo conductor no solo de un lenguaje, sino también de cosmovisiones, valores y conocimientos que son intrínsecos a los pueblos indígenas. Las expresiones artísticas, como los tejidos, diseños iconográficos, cerámicas, danzas, rituales y pinturas, llevan consigo significados que superan lo estético y económico, que van más allá de las palabras y el entendimiento, como diría Borges, ya que reflejan historias, conocimientos, mitologías y conexiones espirituales con la naturaleza. Este legado ha sido históricamente explotado en diversas formas. Las industrias creativas, como la moda y el turismo, que suelen tomar elementos visuales y simbólicos de estas culturas sin ofrecer, muchas veces, un reconocimiento adecuado. Este fenómeno de apropiación y erosión cultural no solo genera beneficio económico para terceros, sino que también debilita ese equilibrado tejido cultural que une a las comunidades con su patrimonio cuando sus significados son distorsionados.
En términos de salvaguarda de conocimientos colectivos, el Perú ha dado un paso significativo con el Régimen de protección de los conocimientos colectivos de los pueblos indígenas vinculados a los recursos biológicos, figura legal con la cual más de 60 comunidades nativas de 21 pueblos indígenas vienen registrando ya más de 7 mil conocimientos colectivos preservados y salvaguardados ante el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual (Indecopi).
Sin embargo, la brecha de registro aún es grande y el trabajo del Indecopi es muy retador. Más aún queda por desarrollar y perfeccionar figuras legales que protejan el patrimonio inmaterial colectivo de los pueblos indígenas como diseños iconográficos, danzas, cánticos entre otras que aún no cuentan con una figura legal específica de protección.
A nivel internacional, el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB) y el Protocolo de Nagoya proveen un marco para reconocer los derechos de los pueblos indígenas sobre sus conocimientos tradicionales respecto de la biodiversidad. Estos acuerdos obligan al previo consentimiento informado y a compartir los beneficios que una investigación conlleva al uso de estas capacidades.
La protección del patrimonio cultural indígena deberá estar siempre aliada con la economía y con el bienestar pero sobre todo con el respeto. Asegurar que estas comunidades reciban los beneficios justos por sus conocimientos contribuirá a su desarrollo sostenido y fortalecerá su capacidad para transmitirlo a futuras generaciones. Además, el reconocimiento formal de estos derechos devolverá poder a las comunidades, reforzará la autodeterminación, sus alianzas y fomentará su participación en la vida social y política.
Por supuesto, la educación juega un rol esencial en este intento, desde los primeros años de la vida, en casa, fomentar el respeto por el conocimiento indígena creará una ciudadanía consciente de la riqueza de nuestra diversidad cultural. En la educación, se debe priorizar el valor de lenguas, saberes y conocimientos colectivos, presentándolos como vigentes en la sociedad para que se pueda entender su dinámica. Asimismo hay que fomentar especial atención a la tan postergada Educación Intercultural Bilingüe, figura especial que permitirá una atención adecuada a la población estudiantil indígena.
El diálogo intercultural debe ser más que un intercambio estilista de moda. El intercambio debe hacerse en el respeto, el diálogo y la capacidad de desarrollar innovaciones que beneficien a todos, desde medicamentos hasta tecnología sostenible. El conocimiento compartido por los pueblos indígenas y su patrimonio cultural es un activo para el Perú y su respeto y beneficios que se obtengan de ellos no es solo una cuestión de justicia, sino también la estrategia para el futuro. Como país, necesitamos una diversidad cultural y biológica. Es una ventaja en un mundo que está a la caza de soluciones para problemas como el cambio climático, la seguridad alimentaria y la salud física y mental. Considerando el conocimiento compartido, que es riqueza en sabiduría e inspiración, el Perú debe avanzar hacia marcos legales incluyentes para asegurarnos la continuidad de nuestro legado cultural.
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