Escribe Marc Dourojeanni / Ingeniero Agrónomo, Ingeniero Forestal, Doctor en Ciencias. Profesor Emérito de la Universidad Nacional Agraria, La Molina.
Dos asuntos referidos al bosque hicieron noticia durante diciembre 2018. El primero fue el traslado del Organismo de Supervisión de los Recursos Forestales y de Fauna Silvestre (Osinfor) al Ministerio de Ambiente (Minam) y, el segundo, la definición de ejes prioritarios para combatir la deforestación . En esta nota el autor opina que algunos exageran las supuestas consecuencias negativas de la primera medida que, en cambio, puede ser el comienzo de un paso importante para mejorar la gestión forestal. De otra parte, opina que los “ejes” prioritarios para combatir la deforestación anunciados no son todos los que realmente son necesarios o importantes.
Si trasladar el Osinfor al Minam queda solo en eso, la utilidad de la medida no es clara. Apenas quedaría el hecho de que garantizar la sostenibilidad del aprovechamiento forestal es un elemento clave del mantenimiento de los servicios ambientales del bosque, lo que es tarea de ese ministerio. Pero se quiere creer que ese traslado es apenas un primer paso para algo más importante. Es decir, la próxima inclusión del Serfor y de toda la gestión forestal en el Minam. Como he dicho reiteradamente, la función principal del bosque natural ya no es producir madera. Es brindar a la sociedad servicios ambientales esenciales. Eso es, como bien se sabe, misión del Minam y no del Ministerio de Agricultura (Minagri), cuyo objetivo primordial es dirigir y fomentar la producción de alimentos y de otros productos del campo. Aunque en ningún momento se sugiere que el bosque natural no siga produciendo madera de alta calidad, esa vocación debe estar subordinada a la de mantener los servicios ambientales. El grueso de la madera debe ser producido mediante el cultivo o plantación de árboles, es decir la reforestación o silvicultura, lo que es claramente una función del Minagri. Por lo tanto, el Serfor, tanto como el Osinfor, deben estar ubicados en el Minam, juntos y si posible fusionados con el Programa Nacional de Conservación de Bosques para la Mitigación del Cambio Climático (PNCB).
De otra parte, debe considerarse que lo que el Osinfor hace es evidentemente parte de la misión del Serfor. Basta leer los textos legales que crean esas dos instituciones para confirmarlo. Se habla indebidamente de conflicto de intereses. Eso se dice por no llevar en cuenta que el Serfor es, o debe ser, puramente técnico-normativo, es decir que no otorga ni debe otorgar “títulos habilitantes” o concesiones, contratos o autorizaciones. Tampoco debería otorgar autorizaciones para transformación primaria. Esas son funciones de las autoridades forestales y de fauna regionales. El Serfor lo hace eventualmente y de forma supletoria, debido a la falta de capacidad en algunas regiones. Pero eso debe acabar. Su tarea es diseñar la política, planificar, guiar, monitorear, supervisar y evaluar la gestión forestal a nivel nacional y, entre otras, brindar apoyo técnico a las regiones. No hay, pues, conflictos. Por lo tanto, si todo se hace conforme al sentido común, el Osinfor podría ser una dependencia del Serfor dentro del Minam.
Se ha dicho que el traslado del Osinfor al Minam además de mermar su independencia lo haría menos eficaz. Como explicado, su adscripción al Minam no es motivo para reducir su eficiencia, al contrario. Es verdad que el Osinfor, a pesar de sus medios limitados, ha realizado un buen trabajo. Pero, también es verdad que pese a existir desde hace una década, no consiguió evitar que más del 80% de la madera producida por el bosque natural sea ilegal, inclusive en los bosques que son de su competencia. Ser una pequeña agencia “independiente” olvidada dentro de la Oficina del Primer Ministro (PCM) no parece haber ayudado mucho.
El otro asunto es el referido a los cuatro “ejes prioritarios” para combatir la deforestación. Sobre ese tema se pueden escribir varias páginas, pues no es asunto simple. Por lo tanto, lo que sigue es esquemático. El primer comentario es que, en buena hora, este tema crucial vuelve a ser motivo de la preocupación del más alto nivel del gobierno. No hay discusión sobre la importancia de mejorar la capacidad institucional y alcanzar una buena articulación de las políticas sectoriales. Pero la descripción de ese tema se quedó muy corta. Si se desea realmente frenar la deforestación lo primero a hacer es declarar una moratoria de construcción de carreteras nuevas en la Selva. Los esfuerzos viales deben concentrarse en la mejoría de las existentes, para asegurar un transporte eficiente que rentabilice la producción agropecuaria. Eso coincide con el tercer “eje” propuesto. En efecto, la producción sostenible depende superlativamente del transporte. Pero no es solo eso. No existirá producción “sostenible” si no se mejoran los servicios de investigación agropecuaria y, más aún, los de extensión rural y el financiamiento oportuno. La asistencia al productor amazónico es actualmente inexistente. Quizá así se consiga que cada hectárea produzca lo que su potencial permite, es decir varias veces más que en la actualidad. Pero, el mejoramiento de la producción debe ir de la mano con el de la productividad que es mucho más importante. Recuérdese que de los diez o más millones de hectáreas deforestadas en la Selva solo se usan, malamente, dos o quizá tres millones. El resto está sin producir. Y hacer eso depende, en gran medida, de terminar el hasta hoy lentísimo proceso de regularización de la tenencia de la tierra. Sin hacer eso, todo junto, no se conseguirá frenar la deforestación.
El autor, por larga experiencia propia en el Perú y en la región, tiene serias dudas sobre la importancia otorgada al segundo “eje”. Hacer más mapas coloridos y más memorias descriptivas sobre zoneamiento ecológico-económico y ordenamiento del territorio es, claro, muy apreciado por los consultores y también por las editoras que los imprimen y por los hoteles donde se reúnen los expertos. Sin embargo, hasta ahora jamás han conseguido evitar el uso caótico del paisaje y de los recursos naturales en un país tropical. Ya se han gastado muchos cientos de millones de dólares para eso en toda la Amazonia. Mas importante, sin duda, es el cuarto “eje” que se refiere a mejorar el control de las actividades ilegales, pero sería un error concentrarlo en el problema de la minería ilegal. Debe recordarse que la informalidad domina la ocupación de tierras por agricultores, que se instalan dónde quieren y sin pedir permiso a nadie. Y domina asimismo la extracción forestal, la actividad pesquera y, por cierto, la caza, sin olvidar los cultivos ilícitos que se están multiplicando. Y, peor, la informalidad domina la apertura de vías carrozables y hasta de carreteras.
Y sobre ese cuarto “eje”, la jefa del Minam hace muy bien en involucrar a sus colegas del Minagri y del Ministerio de Energía y Minas (Minem) que, al fin, deben asumir sus responsabilidades y no cargar todo ese enorme problema únicamente en los lomos del Serfor y del Minam. El control debe, claro, ser del tipo policiaco, siempre y cuándo sea continuado en vez de episódico. Pero, más importante que eso es que los sectores responsables hagan su parte. Por ejemplo, el Minem debe dejar de “blanquear” el oro ilegal comprándolo en lugar de decomisarlo. Y, en el caso del Minagri, le toca hacer correcta y eficazmente su papel de difusor de técnicas agropecuarias adecuadas y de financiamiento de esas actividades, con respeto pleno a la legislación ambiental y forestal. Y, es indispensable la participación efectiva del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) pues, ese es el sector que “sin querer” abre el camino a todos los desastres ambientales que se quiere evitar.
En fin. En esta época del año es importante demostrar optimismo y, ciertamente, los recientes anuncios hechos por las autoridades nacionales prueban que hay intenciones serias de hacer algo más para resolver el problema de la deforestación y degradación del patrimonio natural. El reconocimiento de que es muy difícil hacer una buena gestión forestal si ese sector continúa repartido en tres ministerios (Minagri, Minam, PCM) y en tres agencias (Serfor, Osinfor y PNCB), además de las regiones, es un gran paso en la dirección cierta. Claro, que el éxito dependerá esencialmente del compromiso de todos los sectores responsables del desarrollo amazónico.
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