Noga Shanee: Perú tiene uno de los niveles más altos de tráfico de fauna silvestre en América Latina
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Los monos grandes, como los diferentes especies de choro (lagothrix sp.) y los maquisapas son las especies más afectadas por el tráfico de fauna silvestre en el Perú. Foto: NPC.

De cada diez animales silvestres que son capturados y vendidos ilegalmente, solo uno llega a ser una “mascota”. Los otros nueve mueren antes. Este dato, según Noga Shanee, es solamente la punta del iceberg de un problema que al parecer no logramos ver en su real dimensión pero que cobra la vida de animales día a día sin dejar huella: el tráfico de fauna silvestre en el Perú. Una tragedia silenciosa y cotidiana.

Noga Shanee nació en Israel, estudió en la Universidad de Oxford Brookes (Reino Unido), cuenta con un máster en conservación de primates, PhD en Ecología Política por la Universidad de Kent (Reino Unido), lleva 9 años recorriendo la Amazonía peruana y viendo de primera mano el problema de tráfico de fauna silvestre en el país a través de la ONG Neotropical Primate Conservation.

Actualidad Ambiental conversó con ella y el panorama que presenta resulta poco alentador: autoridades ambientales poco interesadas en la fauna silvestre, denuncias poco atendidas en fiscalías, ONG que evitan abordar el tema, pocos animales rescatados, traficantes impunes, vacíos legales, corrupción, etc. Ella misma recibió amenazas contra su vida por haber denunciado casos de tráfico ante autoridades (y sus datos personales fueron facilitados por esas mismas autoridades). Cuenta también el caso de animales rescatados que luego fueron vendidos o regalados por los mismos policías que los recuperaron.

-Desde Neotropical Primate Conservation realizaron una investigación sobre cómo funcionan las denuncias en casos de tráfico de fauna silvestre en el país. ¿En qué consistió?

-El proyecto “La Denuncia Pública General sobre Casos de Fauna Silvestre en Cautiverio” (DenunciaFauna) empezó en abril del 2014 como resultado de un número creciente de denuncias que nuestra ONG ha venido recibiendo constantemente a través de personas preocupadas, informándonos sobre la tenencia de animales silvestres mantenidos ilegalmente en cautiverio en varias regiones del Perú. Esta campaña de sensibilización y recolección de información ha permitido que muchas personas a nivel nacional nos informaran y contacten de manera confidencial para realizar sus denuncias a través de un correo electrónico (denunciafauna@gmail.com), creado específicamente con esa finalidad.

La campaña tenía como objetivo principal recabar información para elaborar una denuncia colectiva, la cual será entregada a autoridades de nivel regional y nacional; así como también a los medios de comunicación, con la finalidad de llamar la atención pública y se trabaje en contra del tráfico ilegal de especies silvestres en el Perú.

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«Muchas autoridades me dijeron que si ven una persona con un mono o un loro, lo dejan pasar porque es parte de la mentalidad peruana tener animales silvestres como mascotas», señala Noga Shanee. Foto: NPC.

-¿Qué resultados ha dejado esta investigación?

-De las más de 150 denuncias que he entregado a Serfor, a las fiscalías o autoridades regionales, pocas fueron atendidas y pocos animales fueron rescatados como resultado de la denuncia. Peor fue el caso de los procesos legales: casi todos los casos fueron archivados sin nunca llegar al juez. Gente que se capturaba en sus casas con docenas de animales en peligro de extinción y personas traficando miles de pihuichos en cajas, están completamente libres sin ser juzgados.

Aunque he trabajado con muchos policías muy honestos en temas de fauna, también he encontrado muchísimos casos de falta total de interés. Y mucho peor, hubo animales que fueron rescatados y después vendidos o regalados por los mismos policías.

Peor es el caso de denuncias que hemos hecho sobre mala conducta de autoridades ambientales. La impunidad es muy fuerte, y estos casos están derivados de una autoridad a otra por mucho tiempo sin una respuesta suficiente. Y la misma gente sigue cometiendo los mismos presuntos delitos que nunca fueron investigados.

-¿Sabe la ciudadanía a quién acudir para denunciar casos de tráfico de fauna silvestre? ¿Sabe qué pasa luego de la denuncia inicial, qué entidades deben actuar, cuáles son las sanciones para los que cometen el delito?

-La magnitud del tráfico de fauna en el Perú es inmensa, aunque resulta difícil comparar porque no hay números reales. Parece que Perú tiene el más alto nivel de tráfico en América Latina y una de las más bajas respuestas del Estado frente el problema. La gente no sabe dónde denunciar, no tiene confianza en las autoridades, no recibe información clara de ellos sobre qué está permitido y qué no. Lo más preocupante es que la mayoría de autoridades no están capacitadas y no entienden las leyes de fauna, las mismas leyes que son responsables de aplicar. Muchas veces yo misma he tenido que explicar las leyes y sus implicaciones a las autoridades regionales y a fiscales, porque había confusión sobre los animales que debían ser intervenidos y los que no, en qué casos se considera una actividad ilícita, una infracción o un delito; cómo identificar las especies, cómo manipularlas y en general todos los problemas relacionados al mantenimiento de la fauna silvestre en cautiverio. La mayoría de las autoridades no ve la tenencia de fauna como mascotas como un crimen de verdad. Es muy común escuchar a policías, fiscales y funcionarios regionales, en la mitad de las intervenciones de fauna, burlándose sobre lo rico que es la sopa de motelo o cómo quisieran llevarse a sus casas a alguno de los loros decomisados. Esto, obviamente, no es una manera a dar confianza ni educar a los intervenidos.

-La persona que compra o tiene un animal silvestre como mascota es parte del problema, ¿es consciente del rol que cumple en el tráfico de fauna?

-Hay gente que está en contra del tráfico y maltrato, pero tiene un mono o loro en casa. Estas personas piensan que aman a los animales silvestres porque los tratan bien y les dan comida, creen que si le cortan las alas a un loro, lo dejan en el jardín y no en una jaula, significa libertad. Están equivocados porque las alas cortadas son una mutilación y un jardín en Lima no tiene ninguna similitud con la vida libre de un grupo de loros en el bosque. Muchas de las familias que tienen animales en casa los han comprado por pena y los cuidan de una manera que les parece buena, pero no entienden que al traficante no le importa si alguien compra los animales por pena o por maldad, a él solo le importa que ha conseguido animales del bosque, los ha llevado a la ciudad y ha recibido dinero por eso. Y luego puede regresar a la selva y traer más animales para vender.

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Para los traficantes, los animales son solamente una manera fácil de ganar dinero. Foto: NPC.

-¿Cómo cambiar la perspectiva de esas personas frente al problema del tráfico de fauna silvestre? Según su experiencia, ¿se puede?

-Me parece que la población en general está muy preocupada por el tema de fauna. A la gente no le gusta ver animales sufriendo y cuando se entienden las implicaciones de la extracción de la fauna, hacen esfuerzos reales para detenerlo. Por ejemplo, la ronda campesina en Amazonas decidió controlar la caza y la tenencia de fauna, y ha logrado un avance real. Cuando llegamos al área todas las familias tenían animales en sus casas y ahora casi no se ven. No fue trabajo de las autoridades, fue trabajo de la población organizada por la ronda campesina.

También hubo una gran cooperación en el proyecto DenunciaFauna: cientos de personas nos mandaron información sobre animales en cautiverio y mostraron bastante preocupación. O la increíble marcha contra el tráfico de fauna que organizaron en Pucallpa con la participación de miles de jóvenes como resultado de nuestras visitas y educación ambiental en la cuidad. La población está muy preocupada por el futuro de la fauna, pero no recibe suficiente información y la poca que recibe, especialmente del Estado, es muy confusa.

-¿Cómo aborda el tema de tráfico de fauna silvestre la legislación actual?

-La legislación es confusa, complicada y cambia frecuentemente. La institucionalidad es todavía peor. Hay varias instituciones y cada una se encarga de una parte de la aplicación de la ley y en la mayoría de las regiones la coordinación entre instituciones es casi nula. Así, muchas denuncias que llegan al gobierno no están atendidas eficientemente y los denunciantes se frustran y pierden la confianza. Lo peor que pasó con las denuncias que he hecho es que en algunos casos las autoridades han entregado a los denunciados mis datos personales que aparecieron en la denuncia, y ellos los han usado para contactarme y amenazarme. Esto nunca debe pasar. Es la principal razón por que la gente no tiene confianza en las autoridades y no denuncian casos de crímenes ambientales.

-¿Cómo se comportan los actores encargados de fiscalizar el tráfico de fauna silvestre en el Perú?

-Cuando las autoridades encuentran a una persona traficando drogas, armas o personas, o si lo encuentra con un bien robado, el criminal va a la cárcel sin muchas discusiones. Las leyes son claras y las autoridades entienden su rol. En los casos ambientales, las autoridades normalmente se confunden porque no entienden muy bien cuál es el problema, no entienden quién exactamente está afectado si alguien corta un árbol en la mitad del bosque o si contamina por minería ilegal. Peor en el tema de tráfico de fauna. Durante muchas intervenciones, las autoridades empezaron a tomarse fotos con el animal que decomisaron, bromeaban con los intervenidos y no entendían cuál era el problema. Muchas autoridades me dijeron que si ven una persona con un mono o un loro, lo dejan pasar porque son sus mascotas y es parte de la mentalidad peruana tener animales silvestres como mascotas. ¡Ese es el problema! Los criminales que viven del tráfico de fauna silvestre entienden este vacío y lo aprovechan para su beneficio.

La ley y la institucionalidad están llenas de vacíos que no permiten a los encargados avanzar. Conozco muchos individuos que trabajan como autoridades de fauna y son muy honestos, entusiastas y quieren hacer un cambio de verdad, pero el sistema no los deja trabajar. No hay recursos, algunas veces ni reciben sueldos, no tienen movilidad para las intervenciones, están ahogados en burocracia, la población los amenaza y denuncia por abuso de autoridad, y las instituciones a las que pertenecen no los defienden, las leyes se contradicen, hay desconfianza entre las autoridades que deben trabajar coordinadamente, bastante corrupción en todos los alrededores, etc. Así, muchos de los que conocí entrando a trabajar como autoridades por verdadero interés de cambiar las cosas para el bien de los animales, se deprimieron y dejaron el trabajo, fueron despedidos, o peor, se rindieron y se volvieron parte del sistema.

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Los diferentes tipos de loros son una de las especies traficadas en las mayores cantidades. Foto: NPC.

-Quienes se dedican al tráfico de fauna silvestre ¿consideran a los animales como meros objetos para ganar un poco de dinero o se trata de mafias muy organizadas?

-Hay de ambos. Mucha gente participa en el tráfico de fauna silvestre porque no entiende el problema. La gente local que capta los animales y los vende por precios baratos a los intermediarios lo hace porque es plata fácil y nadie les dijo que no deben hacerlo. También, en muchos casos, es su única fuente de ingresos. Los consumidores compran animales porque en muchos casos no saben que es inmoral o ilegal. Esto es producto de la negligencia del Estado y de las ONG, que no hablan sobre fauna. Cuando hice una campaña de educación ambiental en Ucayali, el centro de tráfico de fauna del Perú, parecía que era la primera persona que habló sobre fauna allí. Luego me invitaron a cada medio de comunicación, escuela o reunión posible. La gente realmente quería saber más sobre fauna, estuvieron súper preocupados y no tenían a quién preguntar. En cada aula que entré en esos días por lo menos 2 o 3 niños dijeron que tenían monos en su casa y ellos no pensaban que había nada malo con eso. Cuando les expliqué la situación, muchos llegaron a preguntar qué pueden hacer con sus animales y dónde los podían entregar para que sean más felices.

Esto significa que hay un abandono total de estos temas. Para mí, la mayoría del tráfico se puede evitar solamente con buena educación ambiental en las zonas rurales y con el cierre de mercados. Mucha gente compra animales por pena o porque los mercados están en el centro de la ciudad, funcionan abiertamente y la gente entiende que el comercio de estos animales es aceptado y legal. Para mí, el mayor crimen es la falta de respuesta del Estado en estos casos tan obvios y llamativos.

Por otro lado hay traficantes grandes que conscientemente se benefician de este abandono y de la confusión de la gente. Para ellos los animales son una manera fácil para ganar dinero. Con ellos la única manera para educarles es empezar a aplicar la ley y darles un tiempo de cárcel.

-¿A qué países son vendidos los animales silvestres?

-Mucha de la demanda de fauna traficada es regional (en las ciudades de la selva) o nacional (animales traficados de la selva y sierra hacia la costa). Es muy difícil saber cuántos animales son traficados ilegalmente fuera del país. No hay ningún estudio y las autoridades no tienen data suficiente sobre el tema, porque no hay suficiente control en los puertos, aeropuertos ni fronteras. Sabemos que muchísima fauna sale en la parte norte a Ecuador, y menos en la parte sur a Chile, y también hay tráfico en la triple frontera con Brasil y Colombia, pero no hay números exactos. Sobre los animales que salen de la costa por barcos y aviones, la verdad es que no se sabe casi nada.

-¿Cuáles son las principales regiones en el Perú donde se da el tráfico de fauna silvestre?

-El mayor tráfico está saliendo de la selva y se queda en las ciudades de la selva, o es transportada hacia la costa, y de allí a los mercados en las ciudades grandes (Lima, Chiclayo, Trujillo, etc.) o al extranjero. Los lugares con el mayor tráfico en Perú son Pucallpa, Iquitos y Lima. Pucallpa tenía el mercado de fauna silvestre más grande en Perú: Bellavista. Es un mercado que funcionaba abiertamente, en medio de la ciudad, administrado por la municipalidad, y vende cientos de animales vivos para ser mascotas y muertos como carne de monte. Felizmente, el 28 de octubre, este mercado fue destruido y trasladado por la municipalidad de Coronel Portillo porque todo el mercado era ilegal, así que aunque no había intervención de las autoridades ambientales, y aunque siguen vendiendo fauna en ambos (el viejo y el nuevo mercados), las cantidades son mucho más reducidas y es un buen logro para la fauna.

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La matanza o compra de un mono, teniendo en cuenta la alta tasa de mortalidad relacionada a su captura, puede poner en riesgo a toda su especie. Foto: NPC.

-¿Tiene el Estado la capacidad para atender toda la demanda logística de animales recuperados?

-En Perú no hay ningún centro público de rescate. Todas son iniciativas privadas. Hay algunos centros que son realmente buenos, profesionales y dan a los animales rescatados excelente atención y una oportunidad real a regresar a la naturaleza después de su rehabilitación. Estos centros están extremadamente saturados y con graves problemas financieras.

Hay otros lugares que tienen la autorización para funcionar como “centros de rescate” porque antes eran zoológicos ilegales y el Gobierno o Gobierno Regional lo legalizó de esta manera. Lamentablemente los animales en estos lugares son mucho menos afortunados, y muchas veces viven en ambientes inadecuados y sin atención veterinaria.

La burocracia que involucra el establecimiento de un centro de rescate es inmensa. Y encima de la responsabilidad financiera de atender a los animales, también tienen que confrontar las papelerías. Osinfor, que está encargado de fiscalizar estos proyectos, muchas veces pone muchas trabas en su trabajo. Así, la mayoría de buenos centros de rescate están desanimados y cansados, y reciben menos animales. El problema de ubicar a los animales rescatados se está agravando.

-¿Cuáles son las especies nacionales más afectadas por el tráfico?

-Los monos grandes, como los diferentes especies de choro (lagothrix sp.) y los maquisapas (Ateles sp.). Estos monos están cazados en grandes cantidades por su carne y los bebés están siendo traficados como mascotas. Estas especies llegan ser adultos y tienen su primer bebé a los 7 u 8 años. Desde ese momento la hembra puede tener solamente una cría cada 3 o 4 años. Esto significa que la población aumenta muy lentamente, más lento que los seres humanos. Los monos adoran a sus bebés y los protegen con su vida, por eso la única manera de conseguir un monito del bosque es matando a su familia y robando a la cría. En este proceso, muchos de los bebés mueren con sus madres, por heridas de la bala o por la caída desde el árbol. Muchos otros mueren en los primeros días sufriendo traumas físicos y emocionales o por las horribles condiciones en el mercado. Se estima que por cada mono que llega a ser mascota en una familia, un promedio de 10 monos deben morir. Por eso cuando un animal es asesinado tienen que pasar muchos años para que la población se recupere. Debemos tener presente que la matanza o la compra de un mono, teniendo en cuenta la alta tasa de mortalidad relacionada a su captura, puede poner en riesgo a toda su especie.

Los diferentes tipos de loros son una de las especies traficadas en las mayores cantidades. En el último mes estuvimos involucrados en el rescate de casi 1000 pihuichos, que fueron traficados en 11 cajas pequeñas en terribles condiciones.

-¿Cuántas personas están detenidas actualmente por tráfico de fauna silvestre?

-Por la confusión general de las autoridades es extremadamente difícil recibir información sobre cuántas personas hasta ahora fueron condenadas y encarceladas en el Perú por tráfico de fauna, pero parece que no son más de 2 o 3. Aunque por la extrema falta de centralización de información, nadie en el gobierno podía confirmar este dato al nivel nacional. Las multas aplicadas hasta ahora fueron extremadamente bajas. En el caso de traficantes detenidos con casi 1000 pihuichos transportados en horribles condiciones, que fueron intervenidos por la policía en Amazonas, el Gobierno Regional les ha dado una multa de 0.2 UIT, alrededor de 800 soles. Y no se abrió un proceso penal aunque legalmente debían hacerlo. La ganancia de estos traficantes por 1000 pihuichos es alrededor de 4000 soles. Así que el castigo no fue nada adecuado por el crimen cometido. Ahora, con la nueva Ley Forestal y de Fauna Silvestre, las multas han subido drásticamente (entre 10 y 5000 UIT) para tráfico de fauna. Ojalá que esto traiga algún cambio.

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Entrevista de: Johnny Salazar



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