- Esta especie es el ave voladora más grande de Sudamérica y se encuentra en peligro de extinción debido a que la injerencia humana ha reducido su hábitat, perseguido la especie y contaminado su cuerpo.
- Recientemente, Sernanp ha registrado su presencia en la costa de Áncash e Ica. Especialistas señalan que la presencia del cóndor en la costa no es inusual, especialmente en las áreas naturales protegidas.
Escribe: Frank de la Cruz / fdelacruz@spda.org.pe
El jueves 25 de abril, un cóndor andino (Vultur gryphus) apareció con su imponencia en las costas de Ica y Áncash. El primer avistamiento sucedió en Condor-Wachanan, San Luis (Áncash), y luego en la Reserva Nacional de San Fernando en Ica. Según Sernanp, el ave se detuvo a alimentarse en la playa antes de emprender vuelo. El evento llamó la atención de usuarios en redes, quienes señalaban que antes era más común verlos en las playas, pero esta presencia ha ido disminuyendo a medida que estas y sus alrededores han ido poblándose.
La presencia del cóndor andino en la costa no es poso usual, y esto es destacado por Marcelo Stucchi, en un texto publicado por la Asociación para la Investigación y Conservación de la Biodiversidad. El autor señala que el cóndor andino se vio vulnerable por la pérdida de hábitat producto del aumento de la población humana y actividades extractivas como la pesca, el guano y la agricultura. Aunque la ganadería representa una oportunidad alimenticia para el cóndor, también forma parte de un conflicto entre humanos y depredadores, como pumas y zorros, que lo perjudica.
“Lo que hacen muchos campesinos es envenenar el cuerpo del cordero; entonces, el puma vuelve, se lo come y se muere. Los cóndores que dan vuelta por ahí bajan al ver la carroña, se lo comen y terminan muriendo”, señala Fernando Angulo, investigador principal de CORBIDI, en entrevista con Actualidad Ambiental, refiriéndose a los casos de envenenamiento de cóndores por parte de campesinos que buscan proteger su rebaño. Angulo remarcó que este es el mayor problema para los cóndores andinos.
Respecto a este problema, Renzo Piana, ecólogo y director ejecutivo del Instituto del Bien Común (IBC), señaló que “son incidentes de envenenamiento indirecto, porque los pobladores están buscando controlar depredadores, y no solamente se afecta a los cóndores de ese lugar, sino que el impacto de una carroña envenenada puede ser de un diámetro de 350 kilómetros”. Un evento de envenenamiento puede perjudicar entre 8 y 15 cóndores.
El cóndor en la costa
Actualmente, puede avistarse cóndores en tres lugares de la costa: las reservas nacionales Illescas (Piura), Paracas y San Fernando (Ica). Durante sus viajes, suelen bajar a consumir carroña de algún animal marino que haya perecido en las playas, como por ejemplo lobos marinos que habitan en colonias; sin embargo, “las colonias de gran tamaño están restringidas a algunos pocos lugares […] y no solo debe haber un lobo marino muerto, sino un sitio donde el cóndor no sea disturbado”, explicó Angulo. Estas condiciones se cumplen en los tres lugares mencionados que comparten una característica en común: son áreas protegidas.
En su investigación, Marcelo Stucchi señala que la presencia del cóndor en la costa se vio mermada debido al incremento de la pesquería, que quita alimento a especies marinas, y a la cacería de cóndores durante la época del guano. Por su parte, Renzo Piana, aseguró que “hasta 1930, la Compañía Nacional del Guano tenía una política de protección de las aves guaneras, esa política incluía la ejecución directa de cóndores andinos que pasaban por las islas”.
Aunque el nombre lo señale, el cóndor no habita solamente los Andes. “La presencia de cóndores andinos en la costa no era esporádica y probablemente había cóndores andinos más allá de estos tres lugares. Llama la atención que estas áreas [de la costa] donde todavía hay cóndores sean áreas protegidas. […] Yo pienso que el impacto de estas medidas de control para proteger a las aves guaneras ha sido tan fuerte que el cóndor andino de la costa no se ha podido recuperar de ese nivel de mortalidad”, declaró Piana.
Para el ornitólogo Víctor Gamarra-Toledo, la presencia del cóndor andino en la costa es merecedora de estudio, sobre todo en la Reserva Nacional de San Fernando, cuya ubicación estratégica, como parte de un corredor biológico costero-andino poco estudiado, resalta su gran importancia ecológica para esta especie. Algunas de estas investigaciones requieren un respaldo técnico y uso de herramientas tecnológicas para entender, por ejemplo, la ecología de movimiento de los ejemplares silvestres, a través de un rastreo apropiado.
«Preliminarmente, podríamos decir que existe una población estable en la costa; no obstante, se necesitan estudios más específicos como el marcaje de los cóndores con rastreadores satelitales […]. Esa sería la herramienta más precisa para poder conocer y comprender los movimientos de los cóndores en esta zona”, indicó Gamarra-Toledo. En Perú, no se han capturado y marcado cóndores silvestres desde la década de 1980.
Los retos para la preservación del Cóndor Andino en Perú
La recuperación poblacional del cóndor enfrenta retos que surgen debido a la naturaleza de la especie. Son, junto a los petreles y albatros, las aves con la tasa de reproducción más baja. Una pareja de cóndores pone un huevo, en promedio, cada año y medio, el periodo que requiere un juvenil para alcanzar edad reproductiva es de entre seis y ocho años, y su supervivencia hasta esa edad tampoco es garantizada. Al contrario de lo que sucede con otras especies, una población saludable de cóndores depende de los ejemplares adultos.
“Si eliminas a los adultos, como en el caso de las medidas para el cuidado de las aves guaneras, estás eliminando el plantel reproductivo y, siendo una especie con una tasa de reproducción tan baja y sin adultos que se reproduzcan, los estás condenando a la extinción. Por eso, esa presión fue tan fuerte que en la costa no se ha podido recuperar”, remarcó Piana al respecto. En Perú, no se cuenta con mucha información científica sobre cómo funciona la reproducción de cóndores silvestres.
El seguimiento de una especie nómade es un desafío para los ornitólogos. En el primer censo nacional de cóndores, realizado en diciembre de 2022, se contabilizaron 301 ejemplares en las localidades censadas. De dicha muestra, la distribución de la especie es, aproximadamente, de 60 % de especímenes adultos y 40 % de juveniles; además, son también 60 % machos y 40 % hembras. Dicho censo no cubrió la totalidad de territorios en Perú donde se puede avistar cóndores, sino que se contabilizó en lugares recomendados por expertos.
“Las estimaciones a partir de ese valor arrojan, mediante modelos matemáticos, que posiblemente en el Perú existan de 450 a 500 o 400 a 450 cóndores”, señaló Gamarra-Toledo. Debe considerarse que los datos del censo son una muestra poblacional y que esta especie de por sí se mueve mucho. “En Ayacucho, cerca de Pampa Galeras, el día anterior al censo, los guardaparques me comentaron que había 50 cóndores parados en la pared y al día siguiente fueron felices a contar, y no había ninguno”, recordó Angulo.
En nuestro país, solo están marcados los cóndores rescatados por envenenamiento y del tráfico de animales. “Hasta el momento, en Perú no se han capturado y marcado cóndores silvestres, excepto en la década de los 80, cuando unos investigadores extranjeros marcaron cóndores en Illescas, Piura”, indicó Gamarra-Toledo. Esto pone a Perú detrás respecto a otros países en la investigación sobre cóndores. “La mayor parte de la literatura sobre cóndores corresponden a trabajos de colegas argentinos, chilenos o ecuatorianos; en Perú, los que han aportado conocimiento científico sobre la especie en los últimos años, son Fernando Angulo y Renzo Piana”, agregó el especialista. Actualmente, se monitorea un nido en Ayacucho donde una pareja cuida a su pichona.
El trabajo de Gamarra-Toledo ha permitido conocer otras amenazas para los cóndores. En ese sentido, considera que hay algunas amenazas que han sido “importadas” como los riesgos por perros ferales o casos de zoonosis. Además, agregó que posiblemente en Perú existen otras amenazas propias del país y que urgen investigar, como los conflictos humano-fauna silvestre, especialmente en el caso del Yawar Fiesta, celebración en donde se prohibió el uso de cóndores hace unos años. Aunque también están los cables de alta tensión, la contaminación por metales pesados producto de la minería informal, o las embarcaciones pesqueras y, recientemente, el plástico. Finalmente, un fenómeno de impacto mundial: la gripe aviar (H5N1).
“Con este proyecto en San Fernando y Galeras publicamos un artículo sobre la alta presencia de microplásticos en las muestras de cóndores de ambos sitios, y determinamos que el 100 % de todas las muestras biológicas de los cóndores de la costa tenían presencia de microplásticos; y, en la parte andina, el 85 %. No hay otra ave carroñera que tenga tanta cantidad de plástico”, explicó Gamarra-Toledo. Ambos son lugares protegidos donde no hay mucha injerencia humana; sin embargo, los cóndores no están exentos del problema del plástico, que es ya una preocupación a nivel mundial, pues se encuentra en toda la cadena trófica.
Preservar al cóndor requiere de todos
Se necesita reevaluar algunas de las amenazas que están consideradas para los cóndores en Perú, con el fin de dimensionarlas, entenderlas y buscar estrategias de conservación en el plan de protección de esta especie. El plan finaliza el próximo año y se requiere una actualización constante para incluir los avances en el estudio de comportamiento y amenazas de la especie. Asimismo, Gamarra-Toledo mencionó la necesidad de poder comunicar las medidas de forma efectiva a la población.
“Cuando vamos a talleres, a veces suele ocurrir un cortocircuito entre la sociedad, los científicos y el Estado. Es importante entender que quienes se encargarán de la protección de la especie es la gente o las comunidades. Por lo tanto, es necesario estudiar también las percepciones que se tienen de este animal y por qué se le percibe positiva o negativamente. Necesitamos una estrategia mucho más dinámica y novedosa de acercamiento y entendimiento con la gente”, señaló Gamarra-Toledo, y agregó que existen nuevos paradigmas de la conservación y se necesita de una visión más holística de los problemas que amenazas las especies.
La presencia del cóndor andino en la costa es un recordatorio de la fragilidad de su hábitat y la importancia del mejoramiento de medidas de conservación. El ave emblemática de Sudamérica enfrenta amenazas que van desde el envenenamiento hasta la contaminación por plásticos, desafíos a los que se le suma la baja tasa de reproducción y la necesidad de proteger a los adultos. La investigación científica, la actualización de normativas y la inclusión e involucramiento de la sociedad son fundamentales para la protección de esta especie icónica del Perú.
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