- Hace un año se estableció la meta de triplicar la capacidad de las energías renovables al 2030. La COP29 es una oportunidad para evaluar el avance en torno a este compromiso en la región.
Por Isabel Alarcón*
Las imágenes de las manchas sin agua en varios tramos del río Amazonas han recorrido el mundo como una muestra de los impactos de la sequía en América Latina. Entre los ejemplos de sus consecuencias más evidentes está la crisis energética de Ecuador, con cortes de luz de hasta 14 horas por día en todas sus ciudades, y el temor a racionamientos de agua en Colombia.
La intensidad de estos eventos demuestra la vulnerabilidad de la región ante los efectos del cambio climático. Por un lado, mientras estas evidencias refuerzan la idea de dejar la dependencia en los combustibles fósiles, también podrían retrasar la capacidad de estos países de cumplir las metas relacionadas a la transición energética.
En Ecuador, donde su generación eléctrica depende de los grandes proyectos hidroeléctricos, se realza la necesidad de potenciar las renovables no convencionales, como solares y eólicas. Pero, con las sequías, se ha aprovechado la situación para despertar el debate sobre la necesidad de mantener el petróleo y fomentar el gas.
El plan del gobierno ecuatoriano para superar la crisis energética, por ejemplo, incluye la recuperación de las termoeléctricas, el alquiler de barcazas que funcionan con fuel oil y la implementación de medidas como la eliminación de los impuestos a los generadores a gasolina. También se está buscando la generación diésel contenerizada como una “solución rápida”. Con este panorama, Ecuador debe demostrar si sigue en camino a cumplir sus metas climáticas.
En la 28ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP), realizada en el 2023 en Dubái, los países acordaron triplicar la capacidad de energías renovables al 2030. A un año del compromiso asumido, la postura de países de América Latina y su esfuerzo para transicionar a fuentes de energías limpias serán perceptibles en la COP29, que se llevará a cabo del 11 al 22 de noviembre en Bakú, Azerbaiyán. En este evento, que reúne a los 196 Estados miembros, se evidenciará cómo están a menos de seis años del plazo para cumplir esta meta.
Además, discutirán el financiamiento para estrategias de mitigación, entre las que se encuentra la transición energética, y se verá el lugar que ocupan las renovables en los compromisos de cada país.
América Latina avanza hacia la transición
Hace un año se acordó en el primer Balance Mundial o Global Stocktake el conjunto de metas que deberán guiar las políticas climáticas para los próximos años. El párrafo 28 del texto resalta que triplicar la capacidad de las energías renovables y duplicar la eficiencia energética son parte de las acciones necesarias para no superar el umbral de 1.5 °C, que establece el Acuerdo de París.
Si se busca triplicar las energías renovables hasta el 2030, es necesario tener una capacidad instalada de al menos 11.000 gigavatios (GW) hasta finales de esta década en el planeta. “Es una meta ambiciosa, pero alcanzable”, resalta la Agencia Internacional de Energía (AIE) en un análisis reciente sobre esta medida.
Sin embargo, si los países incluyeran todos los esfuerzos y planes existentes en sus Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC), es decir, en sus compromisos climáticos, solo se alcanzaría un máximo de 8 mil GW o el 70 % de la meta acordada. Tras analizar las NDC de 194 países, sólo 14 tienen metas explícitas relacionadas con aumentar la capacidad de las renovables al 2030. ¿Cómo incorporar metas concretas en sus NDC?
En el texto del Balance Mundial se resalta la importancia de hacerlo. En esta COP29 se observarán los avances de los países en la construcción de sus nuevas NDC, que deberán presentar hasta febrero del 2025. Estos compromisos climáticos contendrán metas hasta 2035, por lo que el proceso es clave para cumplir lo establecido en el Acuerdo de París.
Giovanni Pabón, director de Energía de Transforma, explica que es esencial que los países incorporen metas realistas y medibles en sus NDC. Es decir, “para el año ‘XXXX’ tendremos ‘XXX’ megavatios instalados en renovables o “XX’% de participación en energía renovable”, ejemplifica.
La Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) coincide en que se necesitan metas y plazos concretos para demostrar la credibilidad y el compromiso de las partes. En su informe ‘NDCs and renewable energy targets in 2023: Tripling renewable power by 2030’ se demuestra que las acciones que constan en las actuales NDC de los países del Grupo de los 20 (G20) son menos de la mitad de lo necesario para la triplicación acordada. Además, hay discrepancia entre lo que consta en sus NDC y sus políticas nacionales.
Los datos de la AIE muestran que solo China y los países latinoamericanos expandieron las renovables a la velocidad necesaria en 2022. Sin embargo, el país asiático consume el 30 % de la electricidad que se genera en el mundo.
En el caso de América Latina, las renovables ya representan más del 60 % de su generación eléctrica. La AIE calcula que, para alcanzar la meta, la región debe incrementar 15.8 GW cada año hasta 2030. Esta cifra a simple vista parecería alcanzable, ya que en 2023 aumentó 29.4 GW y el año previo 22.8 GW.
Otro tema que se incluyó en el párrafo 28 del primer Balance Mundial es duplicar el ritmo de mejoras de la eficiencia energética a escala mundial para el 2030. Según el World Economic Forum, las NDC tienen que centrarse en la demanda y en la oferta para mejorar la eficiencia energética para uso industrial, que solo está mencionada en 30% de las NDC actuales. También se recomienda electrificar el transporte y aumentar la productividad energética.
Un reporte reciente de la AIE da cuenta de que los países están al debe para cumplir la meta de doblar la eficiencia energética. El organismo asegura que la intensidad de energía primaria global (una medida de eficiencia) aumentará en promedio un 1% en 2024, y que para cumplir el compromiso de la COP28 se necesita un 4 % para 2030.
Oportunidad renovable
Pabón explica que lo importante es potenciar en las NDC las energías limpias como solares, eólicas y proyectos hidráulicos pequeños. Ahora, el alto porcentaje de renovables de América Latina está relacionado con las grandes hidroeléctricas, que tienen otros impactos.
Según datos del Global Energy Monitor, la capacidad de la energía eólica y solar en la región podría crecer en un 460% hasta 2030. Para Pabón, es necesario analizar las condiciones de cada país y, con base en sus circunstancias, establecer diferentes metas.
En un estudio realizado por el think tank Transforma se demuestra que Argentina, Brasil, Chile y Colombia “han dado pasos importantes hacia el aprovechamiento de recursos renovables y la expansión de tecnologías de generación de energía a partir de dichos recursos”.
Chile, por ejemplo, se posiciona como líder en energía solar y eólica. Brasil se muestra como pionero en bioenergía y Argentina, con sus recursos, tiene la capacidad de acelerar su transición. Colombia, por otro lado, ya con un potencial hidroeléctrico desarrollado, puede potenciar las solares y eólicas.
Los desafíos más grandes, según la AIE, para incorporar en las NDC los compromisos relacionados con la meta de triplicar las energías renovables son la burocracia, los largos plazos de aprobación de proyectos y la inversión insuficiente en la red eléctrica.
La sequía, ¿una oportunidad o un retraso?
A pesar de las condiciones que tiene América Latina para liderar la transición hacia las renovables, aún enfrenta obstáculos.
“En este momento apagar las térmicas en Colombia es algo impensable y lo mismo en Ecuador por la escasez de energía. Pero sí puedes fomentar un discurso pro renovable”, dice Pabón, quien cree que la situación puede impulsar las fuentes solares y eólicas.
Según Ángel Sandoval, subsecretario de Cambio Climático del Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) de Ecuador, esto es lo que está sucediendo en el país, ya que se está analizando la diversificación de las fuentes de energía.
Las hidroeléctricas han sido responsables de alrededor de un 80% de la generación eléctrica, pero las condiciones actuales han complicado su funcionamiento. En este 2024, según datos del MAATE, los niveles de sequía han sido los más altos desde 1978 y este septiembre, ha sido el más seco de la historia.
Por eso, dice Sandoval, están actualizando el plan energético para potenciar proyectos geotermales, fotovoltaicos y eólicos. Las fuentes renovables no convencionales actualmente producen menos del 2 % de electricidad.
El subsecretario cree que la sequía puede tener un impacto en retrasar la meta de triplicar las energías renovables, pero para evitar que eso ocurra, se están analizando zonas geográficas que sean menos vulnerables a estas condiciones climáticas para instalar nuevas hidroeléctricas.
“La mayor inversión que vamos a realizar va a ser en diversificación de las zonas geográficas para tener proyectos en cuencas no afectadas por la sequía. Es necesario tener diversificación en ubicación y en fuentes como eólicas y solares, al igual que la geotérmica que es un potencial para Ecuador”, dice.
Aunque en la COP28 Ecuador fue el único país de América Latina que no apoyó desde un inicio la meta de triplicar las energías renovables, Sandoval aclara que esto no significa que el país se opone a la propuesta. En ese momento, dice, la decisión respondió más a temas políticos, ya que Ecuador no apoyaba las exigencias relacionadas a reducir los combustibles fósiles ni a la eliminación de sus subsidios.
Si bien las renovables han tenido un papel protagónico en la generación de electricidad, la matriz energética de Ecuador depende de los combustibles fósiles. En 2023, las exportaciones totales de petróleo fueron de 115.03 millones de barriles, que representaron USD 7.823,37 millones. En el primer trimestre de 2024, Ecuador aumentó en un 23% sus exportaciones de petróleo. “Nadie habla de eliminarlos porque no hay fuentes de energía que puedan reemplazarlos en el plazo inmediato”, dice el subsecretario.
En esta COP29, Ecuador cambiará de grupo de negociación. Ya no será parte de los Like-Minded Developing Countries. Ahora está en el grupo con Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay, llamado SUR.
Triplicar no es suficiente
Con las circunstancias actuales no se puede eliminar repentinamente estas fuentes de energía, dice Pabón, pero es importante ponerles una fecha de salida. Para el especialista, no se puede hablar de transición energética con combustibles fósiles.
Durante la COP28, además de la meta de triplicar la capacidad de las energías renovables, también se estableció que los países hagan una transición para alejarse de los combustibles fósiles. “La quema de estos combustibles nos han metido en el problema”, recuerda Pabón.
En la NDC de Ecuador no se ha pensado todavía en incluir de forma directa la reducción de combustibles fósiles. Sin embargo, Sandoval adelanta que ya se habrían cumplido en un 100% los compromisos de mitigación del país. Las hidroeléctricas habrían ayudado y se espera que entren nuevos proyectos que permitirán disminuir la emisión de gases de efecto invernadero, como la hidroeléctrica Santiago, que tendrá 3.600 MW de potencia instalada. Es decir, el doble de potencia de Coca Codo Sinclair, la más grande del país en la actualidad.
Para Augusto Durán, coordinador del área de Transición Energética del Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (MOCICC) de Perú, la ampliación de la frontera energética con renovables tiene que ir de la mano con dejar los combustibles fósiles bajo tierra. “Triplicar las renovables y al mismo tiempo seguir explotando petróleo, gas y gasolina no representa una verdadera transición», dice.
Otra preocupación es que esta meta también podría dar paso a nuevas formas de extractivismo relacionado al litio y a otros minerales considerados de transición. La expansión de la deforestación en la Amazonía por el crecimiento de la minería o la instalación de hidroeléctricas en sitios que afecten a pueblos y nacionalidades indígenas son parte del problema.
Datos de la Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (RAISG) muestran que entre 1985 y 2023 se han deforestado más de 88 millones de hectáreas en la Amazonía. El uso del suelo para minería ha aumentado en un 1063 %.
Por eso, Durán espera que en esta COP de Bakú se puedan tener mecanismos claros de cómo va a ser la implementación de esta transición y se refuerce la idea de dejar los combustibles fósiles bajo tierra.
El financiamiento: un tema clave
Uno de los temas principales de la COP29 es el Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG), que también repercutirá en los esfuerzos relacionados a la transición energética. En esta ocasión se busca llegar a un acuerdo sobre el monto que los países desarrollados entregarán a los que están en vías de desarrollo para cumplir sus metas.
“El tema de financiamiento lo cubre todo. Si no tenemos un financiamiento asegurado podemos estar hablando un montón de cosas, pero al final es muy difícil llegar a obtener las metas que requerimos en el Acuerdo de París”, resalta Pabón.
Para América Latina es uno de los puntos cruciales. Sandoval explica que los países de la región están unidos en busca de que se fomenten los fondos no reembolsables, ya que “la carga fiscal que tenemos ya es alta entonces endeudarnos para cumplir las NDC viene a ser un problema para los países en desarrollo”.
En algunas economías de mercados emergentes y en desarrollo (EMDE), como América Latina, las inversiones en energías limpias se han mantenido estables, sin crecimiento. La AIE estima que estos países necesitan invertir un promedio de USD 1.6 billones anuales entre 2026 y 2035 en esta temática.
Por eso, alcanzar un NCQG que permita cumplir estas metas es un tema pendiente de la COP29. El monto debe superar los USD 100 mil millones que fue la cifra a la que se comprometieron los países en desarrollo en contribuir de forma anual a los que están en vías de desarrollo para cumplir con sus objetivos climáticos.
“Si mejora el NCQG y toma el camino que queremos como países en desarrollo, podremos cumplir mejor las NDC. Si no logramos financiar nuestra NDC ahora, cómo nos comprometemos a tener más ambición en mitigación”, defiende Sandoval.
Durante la Cuarta Semana de Financiamiento Climático y Sostenible, que se llevó a cabo del 7 al 11 de octubre, se resaltó la importancia de que el nuevo objetivo de financiamiento tome en cuenta las necesidades y prioridades de países en desarrollo. En el Índice de Finanzas Sostenibles 2024, que se presentó en este evento, se revela que hay 19 veces más ingresos por actividades intensivas en carbono que ingresos sostenibles en la región.
Según la AIE, para alcanzar las metas en torno al aumento de capacidad y eficiencia energética es necesario reducir los recursos que se destinan a la explotación de combustibles fósiles.
Actualmente, se estima que hay 1796 proyectos de energía renovable operando en la región, con una inversión de USD 113 mil millones. Estos datos de BNAmericas también demuestran que Brasil tiene la mayor cantidad de proyectos (8091), seguido por Chile (1244), Colombia (308), México (251) y Argentina (173).
La falta de información financiera sobre el cumplimiento de las NDC es uno de los principales obstáculos para movilizar recursos y, por lo tanto, cumplir con lo ofrecido. En un informe de Climate Watch también se resalta que de los 33 países de América Latina y el Caribe solo 13 han incorporado compromisos de emisiones netas cero en sus políticas o legislación.
Karina Barrera, exsubsecretaria de Cambio Climático de Ecuador y consultora ambiental, explica que el financiamiento en temas de adaptación también es vital para el sector energético. Las inversiones deben enfocarse en fortalecer estas capacidades en los sectores de energía. “En nuestros países la resiliencia climática tiene que ver con la seguridad energética”, explica.
La COP29, al igual que su antecesora, se realiza nuevamente en un país petrolero. Allí se verá qué tanto influye la condición del anfitrión en las metas climáticas y en el futuro del planeta.
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* Este artículo fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina
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