- Biólogo cusqueño reforesta desde hace 35 años con esta planta que tiene propiedades medicinales y captura el agua de las neblinas.
En el Perú existen unas 20 especies de queñual (Polylepis), también conocido como quenual o queñua. El hábitat de estos árboles son las laderas rocosas, morrenas y pequeñas quebradas de la cordillera de los Andes, y crece entre los 3500 y 4800 sobre el nivel del mar.
Una de las principales funciones de esta especie es la captura del agua del aire y las nieblas, y sueltan sus excedentes hacia el suelo, hasta formar riachuelos y manantiales, los cuales benefician a las zonas bajas. La corteza de esta especie, además, posee propiedades medicinales para curar enfermedades respiratorias y renales; la corteza también se utiliza como tinte para teñir tejidos.
Debido a la importancia de esta especie, desde hace 35 años, el biólogo cusqueño Constantino Aucca se dedica a proteger la queñua y promueve la reforestación de los Andes con estos ejemplares que emblema de los Andes en cinco países.
El especialista tiene casi 60 años y ha sido reconocido a nivel internacional por esta labor, incluso dicta conferencias en todo el mundo. En el 2022, según informa la Agencia Andina, las Naciones Unidas lo reconoció entre los “Campeones de la Tierra”; y a fin de mes, en Nairobi (Kenia), el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA) le entregará otro galardón como cabeza del programa Acción Andina.
Asimismo, el año pasado, al recibir el Earthshot Prize, que promueve el príncipe William de la corona británica, Constantino Aucca dio una charla en Panamá a los ministerios de Medio Ambiente de Sudamérica y el Caribe. A los presentes, les hizo un llamado de atención para que tomen en serio en sus agendas el tema de la territorialidad indígena, así como las restauraciones con infraestructura verde y plantas nativas.
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¿Cómo empezó todo?
Constantino Aucca cuenta a la Agencia Andina que a finales de la década de 1980 empezó a recorrer las montañas de Ayacucho y Apurímac junto con su maestro, el zoólogo danés Jon Fjeldsa, quien lo comprometió a trabajar por los bosques.
“Fue un momento gravitante en mi vida, solo comparado cuando mi abuelo, Francisco Chutas, me dijo que yo provenía de una cultura ancestral y que mi apellido significaba ‘guerrero’”.
El biólogo cusqueño que ha logrado plantar 3.5 millones de árboles y ha sido parte de la creación de 16 áreas protegidas nació en el barrio de Arcopata, Cusco. “Mi abuelo fue capataz de hacendados y nos obligaba a hablar español; mi abuela, por las noches, cocinando el mote, nos enseñaba el quechua”, recuerda.
Tras la inconformidad que le dejó la COP20 realizada en Lima, en el 2014, Constantino invitó a un grupo de visitantes a reforestar con los polylepis. A través de Acción Andina, iniciativa de la organización Ecoan, en el 2017 promovió plantar 57 mil árboles de polylepis en un solo día. El resultado fue exitoso y se repitió anualmente en todo los Andes.
Receptores de agua
Los queñuales son plantas nativas resistentes al cambio climático y tienen la ventaja de crecer en distintos pisos altitudinales de la sierra.
“Este árbol puede desarrollarse en zonas pedregosas, erosionadas, y generar un microhábitat para que otras especies acompañantes más el musgo trabajen y sean captadores o reservorios de agua. Siempre estos bosques están acompañados de los humedales”, explica el biólogo.
Asimismo, agrega que pueden hacer “un trabajo maravilloso” con los bofedales, que son las despensas de agua altoandinas.
Este árbol es importante para captar agua, especialmente en estas últimas décadas donde se han presentado diversas sequías, por ello Constantino resalta que “la única manera de contrarrestar esta falta es plantando más árboles nativos de queñuales, haciendo cosechas de agua con represamientos de lagunas… Hay un montón de cosas por hacer”.
Los queñuales, además, previenen la erosión y ayudan a mitigar el cambio climático, porque estos pequeños árboles crecen cerca de los glaciares y así se lucha contra la proyección que señala que para el 2025 casi el 70 % de los glaciares del mundo desaparecerán. “La gente se jacta de hacer estudios, pero no hacen nada para contrarrestarlo”.
Los enemigos de la queñua
A pesar de que estos arbustos se desarrollan en zonas altas, sufren diversas amenazas. Una de ellas es el pastoreo irresponsable, ya que llamas o alpacas pueden comerse los pequeños ejemplares. Sin embargo, los camélidos no son el principal problema, sino la minería.
“[La minería] está destruyendo todas las nacientes de aguas glaciares y estos bosques”. “A las empresas mineras no les importa destruir un ecosistema, sino el precio del metal y todos los años queman pajonales tremendos que afectan a los bosques”, afirma el biólogo.
Finalmente, Constantino Aucca sostiene que el programa que dirige no se dedica solamente a plantar árboles, sino busca también prevenir las amenazas y “llegar a un balance hídrico y no tengamos que estar sufriendo por el agua”.
Datos:
- En los Andes han sido reconocidos 45 especies de polylepis, y el Perú es el país con la mayor biodiversidad de ellas.
- Hasta el 2023, el proyecto ha plantado unos 10 millones de árboles.
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