- En 2003, científicos de distintas nacionales y estudiantes peruanos de Biología establecieron parcelas entre bosques cálidos de selva alta y los 3 m s. n. m. en Kosñipata (Cusco). Este esfuerzo sirvió para que investigadores publicaran decenas de estudios sobre cómo el aumento de temperatura y la escasez de lluvias están reestructurando los ecosistemas tropicales. Entre las observaciones principales se destaca la migración de especies arbóreas hacia altitudes más altas por el cambio climático.
El Grupo de Investigación en Biodiversidad y Ecosistemas de los Andes (Aberg, por sus siglas en inglés) cumplió 20 años dedicados al estudio de la biodiversidad y ecosistemas tropicales de la Amazonía y andes peruanos. Gracias al esfuerzo de científicos peruanos, alemanes, norteamericanos y de diferentes nacionalidades, y el apoyo de estudiantes de Biología de la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco (Unsaac), fue posible instalar ocho parcelas en un transecto de 15 kilómetros, situado entre los 200 y 3650 metros sobre el nivel del mar, cerca al Parque Nacional del Manu, en Pilcopata, distrito de Kosñipata (Cusco).
De acuerdo con un informe periodístico de la revista Science, previo a la conformación de Aberg, en la década de 1990, la comunidad científica observaba que en el Parque Nacional del Manu se hallaba un amplio número de especies de plantas y fauna silvestre. En 2002, con el objetivo de documentar y comprender la biodiversidad de esta área considerada Patrimonio Natural de la Humanidad, Conservation International y Missouri Botanical Garden invitaron a investigadores estadounidenses y europeos al Centro Nacional de Análisis y Síntesis Ecológica de la Universidad de California, EE. UU. En el encuentro se estableció que los científicos encontrarían el financiamiento para sus estudios, un sitio común de investigación y los resultados serían compartidos.
De esta manera, y con el apoyo de Norma Salinas, botánica de la Unsaac, que reclutó a doce estudiantes interesados en formar parte de investigaciones que ayudarían a comprender los ecosistemas tropicales y su evolución frente a las presiones del entorno cambiante, comenzó el proyecto.
Los fondos de Aberg fueron fundamentales para que los alumnos de la Unsaac, muchos de ellos los primeros en sus familias en recibir educación superior, realizaran sus labores como parte de una pasantía remunerada. Los fines de semana, Salinas y los jóvenes viajaban desde el centro de Cusco hasta Pilcopata, recorriendo una carretera sin pavimentar y en donde era común el deslizamiento de rocas.
Una vez que los especialistas establecieron las parcelas y el transecto, su primera tarea estuvo enfocada en documentar la biodiversidad de la región. En la primera década de creación de Aberg, identificaron 1255 especies de árboles en las parcelas. Además, encontraron un género de árboles hasta entonces desconocido: el Incadendron esseri, que crece entre los 1800 a 2400 m s. n. m. Otro de los hallazgos, fue el registro con cámaras trampa de perros de monte y osos andinos.
No obstante, una de las principales publicaciones relacionadas al cambio climático y su afectación en los bosques sería divulgada en 2010. El ecólogo tropical Kenneth Feeley de la Universidad de Miami lideró el equipo de diez investigadores que constató, durante el 2003-2004 y 2007-2008, que varios tipos de árboles estaban migrando hacia áreas de mayor altitud, a una velocidad de 2.5 a 3.5 metros verticales al año, por debajo de lo esperado. Esta situación generó inquietudes acerca la posibilidad de que ciertas especies no logren adaptarse al calentamiento regional, el cual ha aumentado entre 0.5 °C y 1 °C en las últimas dos décadas.
“La tasa de cambio promedio observada es menor de lo previsto por los incrementos de temperatura en la región, posiblemente debido a la influencia de cambios en la humedad o factores no climáticos como el sustrato, interacciones entre especies, retrasos en la respuesta de la comunidad arbórea y/o limitaciones en la dispersión. Sea cual sea la causa, una migración más lenta de lo esperado de árboles andinos tropicales indicaría una capacidad limitada para responder a temperaturas más altas, lo que podría aumentar los riesgos de extinción con futuros cambios climáticos”, alertó el equipo de Feeley, en la Migración cuesta arriba de árboles andinos, publicado en el Journal of Biogeography.
Parte del equipo del ecólogo tropical estadounidense estuvo integrado por Salinas y uno de los estudiantes que con machete en mano ayudó a instalar las parcelas en 2003: William Farfán-Ríos, quien actualmente forma parte de la Universidad de Wake Forest. Así como Farfán-Ríos, otros de los siete estudiantes de la Unsaac obtuvieron doctorados y ahora supervisan sus propias investigaciones. Aberg aportaría, además de nuevos conocimientos científicos sobre la selva suroriental de Perú, mayores oportunidades de aprendizaje a jóvenes cusqueños.
Científicos preocupados por actividades ilegales
En junio último, en conmemoración por los 20 aniversario de Aberg, más de 30 científicos se reunieron en la Estación Biológica de Manu. Los participantes destacaron los logros del proyecto al presentar un ecosistema notablemente diverso y establecer una línea de base para investigaciones futuras sobre los impactos climáticos. Sin embargo, también reflexionaron sobre las nuevas amenazas: el sendero que conecta las parcelas de estudio se ha convertido en una vía utilizada por mensajeros de drogas y la minería ilegal de oro está modificando los ecosistemas circundantes.
Además, el cambio climático, aún mal comprendido, plantea riesgos para parte de la biodiversidad. Patrick Meir, uno de los científicos fundadores del proyecto y profesor en la Universidad de Edimburgo, señaló que si bien las «preguntas fundamentales [de investigación] de ABERG siguen siendo las mismas», el contexto se ha vuelto más apremiante.
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